lunes, 31 de agosto de 2009

De Quino, Mafalda, Argentina y su lechuguita

Querida Cristina,

Pocas cosas de las que he leído últimamente en la prensa me han alegrado tanto como la estatua de Mafalda realizada por el artista Pablo Irrgang y que desde hace unos días se puede ver en la esquina de Chile y Defensa en San Telmo.

Cuando era muy pequeña, Mafalda y La Pequeña Lulú eran mis lecturas preferidas, bueno, lecturas es mucho decir, muy al comienzo las miraba, eran dibujos sobre dos niñitas como yo y eso me gustaba. Luego crecí y cambié, a diferencia de Lulú, pero no a diferencia de Mafalda que creció conmigo. Cada vez que la leo, me meto por horas su mundo blanco y negro y me vuelvo a reir con "La Vaca" de Manolito, el apartamento de Libertad o con Guille desatado tomando Coca-Cola cuando pensó que Mafalda se iba con los viejoz, entiendo a muerte a Felipe cuando dice que hasta sus debilidades son más fuertes que él y siento algo de terror y ternura cada vez que Miguelito agarra una trompeta. De hecho, la primera vez que vine a Argentina de vacaciones en 2004 le llevé a mi mamá como souvenir una caja de NervoCalm que no sabía que existían en la vida real y que disfrutamos (y probablemente nos tomamos) juntas porque obviamente mi acercamiento a Mafalda se lo debo a ella.

Mi primera aproximación a Argentina entonces, fue gracias al mundo que Mafalda me presentó desde siempre, porque la recuerdo desde siempre.

Ya de grande la supe embajadora y crítica de este país tan complejo y desde que vivo en Buenos Aires no hago más que admirarme de lo bien retratada que está la ciudad y la sociedad argentina en Mafalda y en las historietas de Quino en general. Reconozco las Murieles que me pasan por al lado o cuando están terminando de tejer a escondidas y en el último minuto la alfombra roja de alguna importante inauguración, pero sobre todo indefectiblemente pienso en ciertas tiras cada vez que me toca algún trámite burocrático, desde la AFIP e Inmigraciones hasta Fibertel o Movistar pasando inclusive por algunos Maxikioscos. Su lechuguita.






Y porque definitivamente Quino es un genio, me alegra saber que además de la estatua de Mafalda, el casi infotografiable Joaquín Lavado recibió la primera de las 200 medallas del Bicentenario, condecoración que entregará el Gobierno porteño a ciudadanos destacados. Comenzamos bien, premiando la crítica inteligente.

La crítica que ahora ya el gobierno no quiere escuchar ¿no? o al menos eso es lo que parece que se va trabajando con la Ley de Medios que quieres que se vote ya. Creo que no aprendiste nada de las últimas elecciones Cristina, adelantar las cosas no necesariamente asegura el triunfo.

Sé que la ley actual es completamente anacrónica, pero este proyecto en particular, que levantó severas críticas en la prensa brasilera, puede que no sea el más idóneo, y sin lugar a dudas, al tratarse de potenciales limitaciones a la libertad de expresión, merece que su debate se tome todo el tiempo que necesite.

En los países con verdadera libertad de expresión se estimula, no sólo con medallas, la crítica inteligente, al tiempo que se respeta la crítica barata, dejándole a la opinión pública, a ese pueblo que tanto se nombra en acalorados discursos políticos, que decida qué creer, que premie o que condene, y no es libertad de extorsión, como tú dices Cristina, y creo que nadie excepto tú la está confundiendo.

Tal vez es un poco exagerado pensar que la libertad de prensa está en peligro de extinción, pero mucho antes de que los atunes y los osos frontinos y las galápagos, fueran declarados especies en peligro, tuvieron que ir desapareciendo de uno en uno, sin que nadie pudiera percatarse. Estamos a tiempo de no seguir por mal camino... y siendo así entonces te pregunto: ¿por qué no?

Si supiera dibujar como Quino me hubiese podido ahorrar un poco de párrafos y sólo quedarme con una tira de la nena argentina más conocida y querida en el mundo, que justo ahora está sentadita en San Telmo viendo que si bien ya no pasa el tranvía y la puerta del 371 luce bastante distinta, hay otras cosas que desde los 60's para acá no cambian... ¿qué habrán hecho ciertos sures para merecer ciertos sures? (digo ahora yo, como para hacernos cargo de vez en cuando ¿no?).


7 comentarios:

[H] dijo...

Primero !

:)

Esta muy bueno el post ...!

I am Penny Pop dijo...

Exelente artículo.
!Vamos nena!

Unknown dijo...

quiero quiero quiero una fotito tuya sentadita ahí junto a Mafalda!!!

bárbaro post, como siempre Anica.

Unknown dijo...

Qué buen post!!!!!!!!

Alejandra Albero dijo...

Ana:
ahora que te conozco la voz te imagino leyendo tu post, muy bueno, por cierto. Mafalda es anacrónica: no importa cuánto tiempo pase, siempre habrá una niña con tinte intelectual leyéndola junto a la estufa.
Sigue así que quizás Cristina te oiga a vos antes que a muchos otros.
Saludos,
Alejandra.

Terapia de piso dijo...

Amo a Mafalda.

Un abrazote OSC.

José Roberto Coppola

Miguel dijo...

Exelente! Crecí con Mafalda cuando ya no estaba... Llegué tarde para los ´60, pero me tocó vivir los ´70 siendo chico. Hoy leo tu blog y veo que el espiritu de Mafalda vive en todos nosotros, en cada uno de los que la llevamos en el corazón. Si volviera hoy, tal vez vendría con un camion de nervocalm para digerir la realidad actual, que tal vez no sea tan mala como lo que recuerdo de los ´70, pero que en algunos aspectos está empezando a parecerse demasiado...
"el silencio es salud" diria el cartel en el Obelisco...