lunes, 26 de mayo de 2008

Buscando razones





Querida Cristina,


No crees que tal vez parte de esa melancolía, de ese ánimo que tanto tiende a la depresión, que le da origen al tango y justifica la existencia de Villa Freud... tal vez sólo tal vez, puede tener una de sus causas en el hecho de que cada vez que alguien se monta en un colectivo este le pide que "indique su destino"... ¿no es una pregunta muy grande como para que nos la estemos haciendo a cada rato? ¿y si empezamos el proceso de relajación por la maquinita del colectivo?

sábado, 24 de mayo de 2008

Yankees Go Home?

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Querida Cristina,


No sé si es aprendido, genético o sencillamente imitativo, pero he notado que de alguna forma el argentino promedio tiene un sentimiento más o menos intenso, pero siempre presente, de desprecio, asquito e inclusive odio hacia los yankees.


No me parece ni bueno, ni malo. Definitivamente no estoy yo para juzgarlo, pero sí para observar lo curioso que me resulta que a pesar de ese conglomerado de sentimientos negativos, que no titubean en expresar cada vez que tienen chance, tienen unos lindos barrios de moda llamados con orgullo: Palermo Hollywood, Palermo Soho y Palermo Queens.


Insisto, a mí me da exactamente igual cómo llaman a sus barrios, pero por una cosa de inconsistencia deberían pensar un poco antes de dar ciertos discursos moralistas socio-político-económico-culturales... porque cuando expresan acaloradamente su posición anti-yankee sentados en un bar de Palermo Soho... no sé por qué, pero yo dejo de escuchar.

viernes, 16 de mayo de 2008

Homofonía Argentina

Querida Cristina,

He notado que los argentinos tienen una tendencia al uso de homófonos más marcada que en el resto de Latinoamérica. Además de cargar con los homófonos propios del castellano global, como "banco" y "media", tienen una amplísima gama de otras palabras que hacen que todo intento de comunicación intercultural tienda a ser bastante más complicado y confuso de lo que debería.

Comenzando desde la primera hora de la mañana en la confitería, ahí nos encontramos con las facturas y las facturas. Siendo las primeras las que compras para desayunar y las segundas las que te dan con la compra de las primeras.

- Oye disculpa te olvidaste de darme la factura.
- Las tenés en la mano.
- No las facturas, la factura.

- ¿Cómo la factura? Te llevás una docena.
- La factura de la docena.
- ¿Qué pasa con la docena de facturas?
- ...

En fin.


Lo mismo pasa con las minas y las minas, los soquetes y los soquetes, los mangos y los mangos, las playas y las playas, los buzos y los buzos, los pucheros y los pucheros, y así otro montón de términos... si me preguntan a mí, creo que esto contribuye a la aparición de rasgos de doble personalidad en el argentino promedio, un tipo que de otra manera podría ser bastante menos complicado.